miércoles, 8 de agosto de 2018

Los Boquerones y un difícil lance


El pasado 17 de diciembre tocaba montear, como cada año, esta preciosa finca perteneciente al término municipal de Villaviciosa de Córdoba. A eso de las 8 de la mañana nos citaron a pie de carretera para degustar las migas de rigor y tomar una café, donde había muchas caras conocidas. Tras las indicaciones de la organización, por parte de Antonio Cabrera, se procedió a realizar el sorteo.

Como es habitual, me tocó un cierre, concretamente el 4 del Cortafuegos, situado, como su propio nombre indica, en el ancho cortadero a la derecha de la carretera. Al ser una de las corridas querenciosas de las reses, pronto partimos hacia la mancha.


Con el coche aparcado en el cortafuegos, y siguiendo las indicaciones del postor, me descolgué unos metros hasta ver la tirilla. Se trataba de un testero muy amplio pero complicado, pues eran todo pinos con una cañada abajo más limpia, a la que las reses debían saltar para salirse de la mancha.

Durante los primeros compases de la jornada tan sólo se escucharon un par de carreras por el testero, sin saber de qué, ya que la visibilidad era escasa por la espesura de los pinos. Pronto se escucharon los camiones de las rehalas hacer aparición, habiendo una suelta justo detrás de mi postura, al otro lado de la carretera.

Nada más soltar, los canes levantaron de su encame a un marrano que logró dejar a éstos atrás para, en solitario, cruzar la carretera y hacer aparición en el gran cortafuegos en el que me encontraba. No obstante, su entrada fue por todo el viso, lo que hizo que fuera imposible tirarlo. El marrano, que por su cuerpo parecía un gran macareno, se descolgó hacia la postura de antes, por lo que yo esperaba que fuera tirado. Sin embargo, el habilidoso cochino entró muy tapado y no se dejó ver hasta que entró a mi tiradero, concretamente, a la cañada de abajo. Confiado lo dejé cumplir y, cuando iba a disparar, pegó un quiebro y comenzó a subir hacia la espesura de los pinos.
En esta ocasión, la suerte me sonrió ya que, en el único pequeño hueco que había en el testero, el marrano se paró 2 segundos y se dejó ver, dándome el tiempo justo para soltarle un tiro. Estaba casi seguro de haberlo alcanzado, ya que el cochino rápidamente se desplazó hacia la izquierda y se escuchó como revolcarse. Sin embargo, al entrar solo sin perros, no sabía si se había quedado o no.

Vista del puesto, con el lugar señalado donde se realizó el lance
Durante el transcurso de la mañana se sintieron algunas carreras por el tiradero, colándose incluso por todo lo alto otro marrano de buen porte, como me indicó después el puesto de al lado, pero que era imposible ver desde mi posición. Con los perros ya de vuelta, un ladrido unos metros más abajo de donde había tirado el cochino, me confirmó que éste estaba abatido, por lo que fui en su búsqueda a señalarlo.

Se trataba de un machete muy grande de cuerpo pero que no tenía grandes colmillos, aunque sí una tablilla. Al tirarlo a primera hora, la boca era ya complicada de abrir, por lo que no se podía apreciar bien.

La jornada de se completó con una treintena de reses, entre los que destacaban 5 cochinos de boca, alguno muy bueno, un venado de 12 puntas bonito y un par de muflones.

Tablilla del cochino