martes, 13 de junio de 2017

Perico Arévalo define a su padre, Eugenio, como "un sabio y un maestro"


Hablar de la familia Arévalo es sinónimo, entre otros, de tradición montera. Hace tan sólo unos meses que tuvimos que despedir a su máximo estandarte, Eugenio Arévalo Jiménez, al fallecer en Sevilla, con 74 años, tras una larga enfermedad.

Aficionado a la caza y la pesca, Eugenio fue durante más de veinte años cirujano jefe de la plaza de toros de Los Califas de Córdoba, además de jefe de cirugía digestiva en el Hospital Reina Sofía de Córdoba y Catedrático en la Facultad de Medicina.

Aunque nació en Córdoba, Eugenio guardaba una estrecha relación con Villaharta, donde acudía todos los veranos de pequeño.

Como cazador, el prestigioso cirujano era de esas personas que valoraban más una buena jornada entre amigos o un bonito lance, que el propio trofeo.

Su hijo, Perico, es también un gran aficionado a la caza desde niño. El pequeño de los seis hermanos que tuvo Eugenio atendió a este Blog con una pequeña entrevista.

¿Con qué edad te aficionaste a la caza?
Eugenio Arévalo, con un precioso venado abatido
en Arroyo Molino Alto

“Pues tendría entre 3 o 4 años cuando mi padre me llevó por primera vez de montería. Creo recordar que fue la finca la Moheda, por las anécdotas que mi padre contaba”.

¿Te identificas más con la caza menor o mayor?

“Me identifico como cazador en general, mi padre me llevó a todo tipo de cacerías pero especialmente monterías”.

¿Qué especie cinegética te parece más interesante para su caza?

“A mí me encanta el venao, por su belleza y elegancia en el monte, aunque ahora he descubierto la caza del corzo en rececho y es algo precioso por su caza, sus paisajes, su astucia y una gran mezcla de sentimientos”.

Si tuvieras que identificarte con una finca, ¿con cuál lo harías?

Me identificaría con el Cerro del Fraile, por las vivencias que allí he tenido con mi padre. Aprendí muchísimo con él en esa preciosa finca, que me encanta por su orografía y el perlado de sus venaos. Maté mi primer venao y aprendí lo que es la caza realmente y su esencia”.

Háblanos de tu padre, ¿Cómo lo definirías como cazador?


“No tengo palabras para definirlo, había que estar en un puesto de montería con él y ver como cazaba. Tenía un respeto por la naturaleza impresionante, conocía la flora y la fauna del monte al dedillo. Lo definiría como un sabio y un maestro”.

Muchos son los momentos que habéis compartido juntos en el campo, ¿te quedas con alguno en especial?

“La experiencia en el safari que hicimos en Sudáfrica. Muy emocionante y precioso lo que vivimos allí. Tengo muchas vivencias con él. Fíjate que son 22 años desde que me hice novio en el Álamo y ese día es difícil de olvidar. O cuando maté mi primer venao en el Cerro del Fraile. Estas 3 experiencias son las más especiales que he vivido con mi padre, no puedo quedarme con una en especial”.

Eugenio Arévalo junto a su hijo Perico en Sudáfrica

¿Sois más cazadores en la familia?

“En mi familia somos todos cazadores, soy el menor de 6 hermanos (5 varones y 1 niña) y a todos nos hizo novio mi padre, incluida, mi madre”.

Tu caso es un claro ejemplo en el que la afición se ha transmitido de padre a hijo, ¿cómo ves la caza en las nuevas generaciones?


“Así es, y espero seguir con la tradición. La caza para las nuevas generaciones la veo difícil. Cada vez está todo más comercializado y se ha perdido el cazar y montear entre amigos, que es lo que he vivido con mi padre toda la vida”.





Jesús Bernier, Manolo Melody, Eugenio Arévalo hijo, Avencia Arévalo,
Eugenio Arévalo padre, Perico Arévalo y Carlos Arévalo

Por suerte, la pasada temporada tuve la suerte de coincidir con Eugenio Arévalo en la que fue su última montería, el Cerro del Fraile, donde era un fijo cada año y, como nos ha contado Perico, ha vivido muchas experiencias.

Esté donde esté, el bueno de Eugenio seguro que sigue disfrutando de ver a sus hijos cazar, el deporte que él amaba.

Desde aquí quiero dar las gracias a mi buen amigo Perico Arévalo por atendernos.