sábado, 4 de noviembre de 2017

La Senda, un comienzo soñado


Tras varios meses esperando, por fin llegaba el ansiado primer día de montería. Sin embargo, este año era algo diferente, pues la climatología no ha acompañado en los primeros compases de la temporada. En esta ocasión, y tras varios años sin poder ir por coincidencia de fechas, pude debutar en La Senda, organizada por Juani García, que ha vuelto a la actividad cinegética tras varios años alejado del campo.


El sorteo se realizó la noche de antes en El Olímpico de Villaviciosa, a donde acudí con mi pareja, Laura, quien fue la encargada de coger el puesto para mi debut montero esta temporada. La postura en suerte había sido el número 3 de “La Pileta”, armada que no me llamaba tanto la atención como los cierres de Caballeras o el del Escambrón, que tan buenos resultados habían tenido años anteriores.

La junta se realizó muy temprano, por aquello de querer soltar lo antes posible y debido a que algunos cierres tenían una hora andando para colocarse. No eran más de las 7 de la mañana cuando la armada de Caballeras comenzó a salir.

No mucho después comenzamos a salir los demás cierres, adentrándonos en la forestal de Villaviciosa entre dos luces. La mancha estaba bien cargada de reses, lo que nos hacía ir muy ilusionados hacia las posturas, a pesar del incomodo calor que sabíamos que íbamos a pasar.

Tiradero del 3 de "La Pileta"
El 3 de “La Pileta” era un puesto bonito pero complicado, tirando a un testero de pinos y una cañada tupida debajo, que casi ni se veía desde la tirilla.

Con todo, cuando comenzaron a entrar las traviesas, las primeras reses comenzaron a entrar en la postura. Las primeras en hacer acto de presencia fueron, como casi siempre, las ciervas, acompañadas en este caso por un pequeño venado, y digo venado porque ya tenía las dos puntitas de abajo. Al estar en un cierre, decidí no tirarlo y dejarlo que se saliera, ya que en años posteriores seguro que será un mejor trofeo.  A eso de las 11, las furgonetas de los perros comenzaron a entrar en la mancha.

Un extraño sonido me puso en alerta, cuando de repente vi asomar por todo lo alto del cerro una muflona, aunque el tropel que se sentía era de ser una pelota. Efectivamente, el grupo venía tapado por los pinos. En dos mínimos huecos, y en milésimas de segundos, pude tirar los dos machos grandes que iban en la pelota, errando el primero de ellos y alcanzando al segundo. 

Sin embargo, el animal no se quedó en el sitio, pero sentí movimiento en el pecho de enfrente. No me quedaba claro si le había dado o no, por lo que, ante la considerable distancia a la que estaba el puesto de antes, decidí cruzar e ir al tiro, donde no vi sangre. Con toda esperanza perdida, y cuando iba a volver a la tirilla, vi algo en mitad de los pinos. Era el muflón, que se había quedado partido de atrás a unos 30 metros y estaba intentando levantarse. Le pegué un tiro y lo rematé. ¡Menudo alivio!

Rápidamente volví al puesto, por donde pasaron algunas ciervas y una hembra de muflón a lo largo de la interminable y calurosa mañana. Los perros no podían dar más de sí y no eran capaces de levantar a los cochinos de sus encames.

Sobre las dos de la tarde, y con la montería finalizada, decidí bajar a señalar el muflón y ponerlo a la vista del postor, para que no tuviera problema en encontrarlo. De repente, sentí al puesto número dos tirar y a continuación un venado muy bonito con un tiro en una pata presentarse en la cañada. Sin embargo, el animal me vio y se subió para arriba, donde pude pegarle dos tiros entre las jaras, viendo en el segundo tiro como caía. A pesar de eso, cuando subí el venado no estaba allí, aunque si había bastante sangre, que se perdía. Fue una auténtica pena, porque era un ejemplar precioso, que había pinchado el puesto de atrás, ocupado por un francés, que desistió de buscarlo ante la pérdida de la sangre.

A pesar del intenso calor, La Senda cumplió con 27 venados, 14 muflones, 9 jabalíes, quedando por recoger 3 venados, 3 muflones y 2 jabalíes, que se quedaron en el monte por la imposibilidad de no poder entrar las mulas en algunos puestos, sin contar con algunas reses a las que se le cortaron las cabezas y no pasaron por la junta. Sin duda, con otras temperaturas, se habrían cobrado una veintena más de reses.