martes, 16 de mayo de 2017

Zahurdillas, mi primer triplete de venados


Con gran ilusión esperaba que llegara este día. Y es que, cuando uno acude a montear una nueva finca, siempre duerme nervioso la noche de antes. ¿Cómo será? ¿Habrá amplios tiraderos? ¿Estará tan cargada de reses como dicen? Muchas eran las preguntas que me llevaba tiempo haciendo sobre esta preciosa finca situada en el término de Hornachuelos.

En el polígono del pueblo fuimos citados por Cinegética Cordobesa, encargada de la organización de la montería. En el sorteo había gran expectación y todo el mundo esperaba sacar una de las famosas traviesas que tan buen renombre tenían por resultados de años anteriores. Nuestra suerte, a priori, no había sido mucha. El número 5 del cierre de Piedras Blancas I era el puesto sobre el que ya estaba preguntando qué resultados había dado en años anteriores. Hasta “ya os podéis ir para Córdoba” llegamos a estuchar mi padre y yo entre numerosas opiniones del sitio que nos había deparado la suerte. Como la ilusión es lo último que se pierde, partimos nerviosos hacia la postura con la esperanza de coger a algún venado a primera hora saliéndose de la mancha con el movimiento de los coches.

El escenario era muy bonito, un amplio testero en el que las primeras ciervas y gamas dejaban ver la querencia de las reses. Tras dos horas de montería en las que no habíamos visto nada más que hembras, asomó tranquilo por lo alto del testero un precioso venado que lucía una bonita cuerna. Tras un primer disparo fallido, logré tocarlo con un tiro delantero en el pecho. El animal corrió herido tras no conseguir rematarlo mi padre y se volvió por el mismo sitio por donde había entrado. ¡Menudo chasco, era un venado precioso! Mi cara en ese momento era un poema, aunque estábamos esperanzados porque sabíamos que iba tocado de pulmones.

Aun pensando en lo ocurrido con el lance, una pelota de ciervas con un venado detrás apareció por la parte inferior del testero para cruzar a nuestra cara. En la misma cañada logré abatir el macho de un disparo.

Mientras tanto, en nuestra armada se escuchaban muchos tiros, lo que hacía presagiar que el resultado sería inmejorable. A falta de una hora de montería, otro venado apareció por la misma cañada que el anterior, quedándose también en el sitio. Sin embargo, a pesar de haber conseguido un doblete, no paraba de pensar en el primer lance y en si daríamos con el animal o no.

Con la montería a punto de terminar y los perros enfrente, decidí bajar a la cañada a marcar los dos venados y juntarlos para la foto de rigor. Mientras tanto, mi padre vio cómo un enorme gamo se paseaba por delante de los perros en nuestro tiradero, siendo imposible abatirlo, ni por él al estar los perros justo al lado ni por el puesto de al lado, que lo falló.

Por fin llegaba la hora de la verdad, había que pistear el primer venado. A unos ciento y pico metros a la espalda del testero, mi padre me dio una alegría gritándome que había aparecido muerto en una cañada.


Con la euforia de haber logrado mi primer triplete, volvíamos al puesto a recoger cuando un marrano bastante aparente nos salió de una mata. Ante nuestra sorpresa y casi sin tiempo de reacción, pude tirarlo, aunque sin suerte. Sin duda habría sido el broche de oro para un puesto del que me habían dicho en las migas que “nos podíamos ir para Córdoba”.

Ya en la junta, se apreciaba en el rostro de los monteros que casi todo el mundo había disfrutado, habiendo muchos puestos de varias reses. En total fueron 81 venados, 12 gamos y 24 jabalíes las reses abatidas.

Desde aquí, dar la enhorabuena a Cinegética Cordobesa, Raúl Salado y a la guardería, así como a Consuelo Márquez. Esperemos que la próxima temporada, para la que falta cada vez menos, tengamos la misma suerte en Zahurdillas, en la que seguro estaremos.